¿Se está yendo el mundo al carajo?

Restos humanos de 15 mujeres y niños brutalmente asesinados fueron encontrados en un poblado de Polonia, con evidencia de haber sido golpeados brutalmente en el cráneo, presumiblemente todos de una misma familia.

Según los investigadores «una mujer mayor yacía junto a sus hijos, de 5 y 15 años, otra mujer de unos 30 años fue colocada junto a los suyos: una adolescente y un pequeño de 5 años, y cuatro hermanos fueron depositados uno al lado del otro; quienes enterraron a los muertos los conocían bien». No hay hombres adultos enterrados por lo que se presume que solo había mujeres y niños al momento de la matanza.

Nuestra sociedad está llegando a puntos críticos de violencia y que cada vez más los valores se siguen perdiendo. ¿Cierto? La diferencia de esta noticia, con una que podríamos leer un lunes cualquiera en algún períodico, es que este macabro hecho pasó hace hace unos 8.000 años, en el Neolítico.

¿Estamos viviendo hoy un mundo más violento que hace 8.000 años? ¿Que hace 500 años? ¿Estamos perdiendo los valores como sociedad y antes todo era mejor? ¿Son nuestros póliticos actuales más corruptos que los de antes? ¿La educación de antes era mejor que la de ahora?

En términos generales, la respuesta a todas estas preguntas es un rotundo NO.

Para el tema particular de la violencia, Steven Pinker mediante una excelente charla TED nos demuestra de manera contundente que a lo largo de los milenios y los siglos, el mundo ha vivido una drástica disminución de la violencia, y que hoy vivimos en la época más pacífica de la historia de la especie humana.

En el caso de la corrupción, es común escuchar que «antes sí teníamos políticos honestos, que realmente se preocupaban por el pueblo» Esta afirmación es especialmente común cuando se destapa un caso de corrupción en los medios de comunicación. ¿Alguna vez se ha puesto a pensar en la corrupción que se llegó a concretar y que nunca fue publicada? En un artículo de La Vanguardia se nos plantea el tema con innumerables ejemplos, demostrando que «las malas prácticas de corrupción llevan siglos de historia y parecen inherentes al ser humano»

Hablemos de educación. Si usamos solo un indicador super básico como la tasa de alfabetismo, nos damos cuenta que a finales del siglo XIX, apenas un 50% de las personas sabía leer en la mayoría de países de Europa y entre el 40% y el 47% en un país como Costa Rica. Hoy sabemos que en el planeta alrededor de un 86% de la población adulta es alfabetizada (99% en Costa Rica)

Y así podríamos seguir llenando este artículo de ejemplos similares. Pero entonces… ¿Por qué tenemos la percepción de que todo tiempo pasado fue mejor?

DECLINISMO. Un concepto clave nos permite entender un poco mejor este fenómeno de pensar que los buenos tiempos ya pasaron. En 2015, un artículo de The Guardian agregaba un poco más de luz al tema: En ese momento, 71% de las personas encuestadas manifestaron que el mundo se estaba yendo al carajo.

El declinismo es en síntesis una teoría que sostiene que una sociedad, una nación o incluso la humanidad en su conjunto están experimentando un declive o deterioro en diversos aspectos. Se basa en la creencia de que los tiempos pasados fueron mejores y que el futuro será peor.

Particularmente quiero destacar el declinismo organizacional. La perspectiva a lo interno de las organizaciones humanas (partidos políticos, empresas, universidades, ONGs) de que esa organización en particular ya vivió su momento de gloria. La añoranza permanente de un pasado idílico, en el que todo era casi perfecto y del que solo quedan gratos recuerdos.

No es casualidad que políticos aprovechen ese sentimiento de añoranza para llevar agua a su molino. El ejemplo más evidente es la campaña de Donald Trump y su MAGA: Make America Great Again, apelando al pasado. O las campañas del Brexit en Reino Unido y su nostalgia por el pasado imperial. Un poco más cercano a Costa Rica, la reciente campaña del Presidente Chaves nos invitaba a que «Volvamos a ser el país más feliz del mundo»

Y lo mismo se repite a lo interno de las organizaciones, en las que sus líderes apelan constantemente al pasado romántico para tratar de regresar a lo que su organización «antes era» aunque no exista prueba alguna de lo bueno que era ese pasado versus el presente. Los datos, normalmente dicen otra cosa. Se trata entonces de pura percepción. De un cúmulo de recuerdos personales mezclados con nostalgia y romanticismo por los tiempos idos.

La revisión histórica vale la pena, cuando lo que se pretende es aprender las lecciones. Revisar lo que la organización hizo antes y analizar qué funcionó y cómo sucedieron las cosas para no repetir los errores. El problema es cuando la añoranza nos paraliza y nos nubla la visión con sesgo de negatividad.

La próxima vez que alguien se ponga romántico con el pasado, vale la pena hacer el análisis de si lo que dice es cierto, o es puro declinismo.

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